Propuesta de clasificación del Canon Tolkienista
por el Prof. Adanost
Durante mucho tiempo una de
las grandes discusiones de aquellos que hemos dedicado nuestro tiempo al estudio
de la Tierra Media partiendo de una perspectiva histórica ha sido el valor que
podíamos dar a cada uno de los diversos textos esparcidos a lo largo de los
escritos de J.R.R. Tolkien. En muchos casos hemos pecado de querer circunscribir
la materia de estudio únicamente a la obra publicada en vida de su autor: El
Hobbit y El Señor de los Anillos, más los añadidos de El Silmarillion
y los Cuentos Inconclusos. Sin embargo los historiadores de la Tierra
Media no dejan de encontrar limitaciones a esta reducción. En ocasiones el estudio
ha llevado a descubrir contradicciones dentro de este núcleo, de este Proto-Canon,
(que además fue variado por Tolkien a través de las diferentes ediciones que
tuvieron los libros) tanto entre los diversos libros como dentro de un mismo
libro. Incluso hoy en día, a más de 25 años de la muerte de Tolkien, se siguen
produciendo variaciones, aunque de menor importancia, como es la nueva edición
de The Silmarillion, con leves modificaciones en su texto. Un ejemplo
de contradicción interna es el cuento de Galadriel y Celeborn, donde diversas
tradiciones de una misma historia se mezclan de forma que solo un estudio a
conciencia de esta obra y de sus origines nos puede llevar a conclusiones satisfactorias.
Por otro lado, el estudio detenido de la serie de La Historia de la Tierra
Media, editada por Christopher Tolkien, nos ofrece una visión mucho más
amplia de la historia de Arda, con textos que difícilmente podemos descartar
ni autorizar a primera vista, pues pese a ser claramente pertenecientes a épocas
y concepciones anteriores no han sido revisadas en etapas posteriores de la
vida de Tolkien, ni rechazados de plano. A la hora de tratar El Silmarillion,
por ejemplo, cada vez nos estamos dando cuenta más y más de hasta donde llegó
la edición, llegando a involucrar mucho más material del que en un principio
se habría pensado. Christopher Tolkien no hace añadidos al texto de su padre,
pero si que aplica en ocasiones sus "tijeras de mithril" y hace gala
de su gran conocimiento de los textos en un "recorta, pega y colorea"
que lejos de desvirtuar una obra la convierten en otra nueva. Multitud de textos
y una única historia... ¿Cómo estudiarla?
Los estudiosos de las lenguas
de la Tierra Media ya se encontraron antes que nosotros con ese problema, agravado
en su caso por que la mayor parte del vocabulario existente en las lenguas élficas
proviene de una obra, Las Etimologías, que si bien es contemporánea a
los primeros balbuceos de la escritura de El Señor de los Anillos, en
muchos puntos parece no haber sido revisada sino ampliada a medida que avanzaba
la escritura, hasta llegar un instante en que, desgraciadamente, es olvidada.
Las preocupaciones creativas de Tolkien se centran en la escritura de El
Señor de los Anillos, la obra le arrastra y deja otros escritos, que en
muchos casos nunca vuelve a recuperar del todo. Después de publicado El Señor
de los Anillos, Tolkien piensa en la publicación de su gran obra: El
Silmarillion, que debe hacerse coherente con las nuevas obras (El Hobbit
y El Señor de los Anillos, ya definitivamente incorporadas a la mitología
tolkieniana, situados ya claramente dentro de Arda): Empieza lo que yo llamo
la etapa revisionista de Tolkien o según Atanelda de Gondolin, la época filosófica,
o según otros autores la etapa teológica. En el fondo todos nos referimos a
lo mismo. Los lingüistas han tenido que tomar todo este material, adaptando
del anterior, en especial los Lexicones que acompañan a Los Cuentos
Perdidos, cuando ha sido necesario, bajo la premisa de que nunca entraran
en contradicción con el material posterior. Este material se considera menos
evolucionado y más primitivo, del cual se echa mano cuando no hay otro remedio.
Veremos que, según quiero llegar a explicar, este material para el historiador
sería un material más reciente y evolucionado, aunque para nosotros esta característica
no será tan favorable como para los lingüistas sino más bien al contrario, pues
el texto se alejará de sus fuentes históricas.
Querría dejar claro antes de
seguir mas adelante que yo no soy un profesional de la historia, aunque se me
pueda considerar un estudioso de la historia de la Tierra Media. Este trabajo
está abierto, por tanto, en todo momento a las críticas de aquellos que conozcan
los métodos del historiador y el análisis de textos históricos mejor que yo.
¿Cómo organizamos los textos?
He optado por una clasificación
que en principio puede chocar a algunas personas, pues pretende tratar todos
los textos salidos de la pluma de Tolkien como obras más o menos históricas.
Esto nos obligará a aceptar las normas de juego que el propio Tolkien nos propone
en el Prólogo y los Apéndices de El Señor de los Anillos.
Él no es el autor, sino un traductor o transcriptor. Esto no implica que restemos
importancia en ningún momento a Tolkien como autor, es más, la incrementará
al hacerle capaz de desarrollar lo que podremos considerar diversas tradiciones
y permitirnos a nosotros, como personas ajenas a su subcreación entrar en ella
concibiéndola como un todo que veremos puede ser coherente. Como se ha dicho
en numerosas ocasiones, Tolkien, un hombre a lo largo de una vida, realiza respecto
a su mundo secundario la misma labor que pueblos enteros respecto a nuestro
mundo primario. Yo no pienso entrar en la especulación de cuando o como le pudieron
llegar a él los textos originales, sino que me centraré en su procedencia y
la transmisión, con vistas a sentar una nueva base para el estudio de la historia
de la Tierra Media. Es un proyecto sin duda ambicioso, pero espero que al final
se vea como factible.
A partir de ahora emplearé
la denominación de Materias para cada una de las corrientes a través de las
cuales nos llegan las leyendas de la Tierra Media en paralelismo a las denominaciones
empleadas usualmente en los ciclos europeos (Materia de Bretaña, Materia de
Gales,...) a los que la Tierra Media precede en nuestro juego histórico. Atanelda
las llama vías en su excelente trabajo Ælfwine, pero ya que mi propia
clasificación se desmarca en varios puntos de la suya me permitiré también hacerlo
en este.
Como base de este estudio postulo
la existencia de cinco grandes Materias dentro de las cuales podemos clasificar
todo el legendarium de la Tierra Media: Estas son:
–La Materia de la Comarca
–La Materia de Númenor
–La Materia de Imladris
–La Materia de Ælfwine
–La Materia de Porlock
Como podremos observar en la
clasificación que he elaborado como addenda a este estudio, los escritos
pertenecerán a una o varias de estas Materias. Esto no nos debe extrañar, pues
se debe a que bastantes textos son compartidos por diversos pueblos. A lo largo
de la historia de la Tierra Media han existido numerosos contactos ente sabios
de las diversas razas, y posteriormente al periodo histórico de la Tierra Media,
tenemos a Ælfwine como medio transmisor del legendarium. Ælfwine no crea
Materia nueva, sino que nos hace llegar (y posiblemente interpreta) las obras
de las tradiciones anteriores.
Materia de la Comarca:
Está constituida por lo que
se ha dado en denominar el Libro Rojo de la Frontera Oeste. Según el
Prologo de El Señor de los Anillos son cinco volúmenes. El primero
de ellos es el diario de Bilbo y la narración de la Guerra del Anillo por Frodo
y Sam (El Hobbit y El Señor de los Anillos). El quinto fue añadido
en la Frontera Oeste, seguramente por los Belinfantes de las Torres, y contiene
comentarios, genealogías y otros papeles referentes a los miembros hobbits de
la Compañía. Aquí podríamos considerar incluidos The Adventures of Tom Bombadil,
Bilbo's Last Song y buena parte de la información de los Apéndices,
especialmente C y D. Buena parte de los borradores de los Apéndices que aparecen
en Peoples of Middle Earth (HoME XII) son susceptibles de ser incluidos,
al menos parcialmente, dentro de este conjunto. Además este quinto libro incluiría los comentarios y notas
hechas en Gondor al Libro del Thain, y algunos textos de Los Cuentos
Inconclusos referentes a los acontecimientos ligados al devenir del Anillo.
Nos quedan aún tres libros:
Las Traducciones del Élfico de Bilbo Bolsón. Tradicionalmente se ha defendido
que corresponden a El Silmarillion. Pero, o la versión
publicada no pasa de ser un resumen, o ha desaparecido gran parte de los contenidos
de estos tres libros. Yo creo que buena parte de ellos era ocupada por poesía
(uno de los principales intereses de Bilbo). El Silmarillion como tal
(entendido así únicamente el Quenta Silmarillion, tal y como ha sido
editado y publicado por Christopher Tolkien, y las dos obras que le acompañan
o preceden: Ainulindalë y Valaquenta) formaría uno de los tres
libros de Bilbo. Las otras dos obras de El Silmarillion (Akallabêth
y De los Anillos del Poder y la Tercera Edad) formarían parte de un añadido
realizado en Gondor cuando Findegil hizo la copia que nos ha llegado, completando
así un circulo que empezaría con la historia de la Guerra del Anillo, de allí,
por medio de la mano de Bilbo retrocedería hasta los orígenes de Arda y lentamente
retornaría a través de Gondor hasta el final de la Tercera Edad. Otro lo ocuparían
posiblemente las traducciones del material contenido en Las Baladas de Beleriand.
Y nos queda el último tomo, compuesto seguramente por canciones y textos más
breves, el cual podemos especular que se perdió o se ha conservado solo fragmentariamente.
Este planteamiento supone tres
prejuicios históricos: El Gondoriano, presente principalmente en los Apéndices
, luego tenemos el más importante al menos en cantidad, que me permitiré llamar
Comarqueño, y por último el causado por Elrond y las fuentes de Imladris, ligadas
principalmente a los Noldor de las casas no fëanorianas y a los Sindar de Doriath.
El estudio de este material
y su estructura, como ya he dicho, circular, nos permite explicar una de las
grandes incógnitas de El Silmarillion publicado: La Ultima Profecía de
Mandos sobre la Dagor Dagorath. Esta profecía rompe la idea de obra cerrada
sobre sus propios orígenes, ofreciéndonos una
salida a la historia, una visión del final. Es probable que Bilbo conociera
muy poco sobre la Profecía, pero Findegil y los señores del saber de Gondor
la conocían, sin duda alguna. Fue la propia estructura de la obra la
que le impulsó a él también a dejarla fuera. ¿Era Findegil un simple escriba,
o podemos ver en él un espíritu literario, incluso al tratar los textos históricos?
Supongo que nunca lo sabremos. Solo tenemos su copia, hecha
a petición del biznieto de Peregrin, del Libro del Thain de Minas Tirith,
copia a su vez del Libro Rojo de los Periannath, conservado en Grandes
Smiales, en La Comarca. Podemos intuir que el Libro del Thain contenía
anotaciones que no estaban presentes en la copia original preservada por los
Tuk; y del Prólogo de El Señor de los Anillos sabemos que Tolkien
tuvo acceso a ambas copias complementándolas una con la otra.
Materia de Númenor o Dúnedain:
Ligada profundamente con la
Materia de la Comarca y con la Materia Élfica (que veremos a continuación),
incluye todas las obras conservadas de la antigua Númenor, tanto escritas allí
como las llegadas a través de Númenor. Podemos incluir en ella Cuentos Inconclusos
I al completo y la mayor parte de Cuentos Inconclusos II (excepto
la Historia de Galadriel y Celeborn, de fuentes mayoritariamente élficas).
Seguramente también podríamos encontrar en esta Materia buena parte de las obras
recogidas en la Materia de la Comarca sobre la Primera Edad, y otras obras que
considero pertenecerían a la Materia Élfica, pero no nos han llegado (o quizás
aún están por descubrir): La Aldudénie de Elemmirë, la Noldolante
de Maglor, la Narsillion... además del Valaquenta y Ainulindalë
(textos que estarían presentes, en una versión u otra, en todas las Materias).
Estas obras que considero en ambas materias se caracterizan por tratar hechos
anteriores al establecimiento del reino de Númenor, momento a partir del cual
podemos considerar que la cultura escrita de los Atanatári se diferencia definitivamente
de la cultura élfica. El reino Númenóreano y sus sucesores en la Tercera Edad,
pese a ser receptáculos de una antigua tradición élfica también crean su propia
tradición, sobradamente diferenciada. Esta tradición seguramente ya apareció
en la Primera Edad, pero queda eclipsada
por las obras élficas contemporáneas.
Otros documentos que se incluirían
aquí serían la documentación preservada y escrita en los Reinos en el Exilio
durante la Tercera Edad e inicios de la Cuarta: Los Anales de los Reyes
(base de los Apéndices A y B), la Akallabêth, De los Anillos del Poder y
la Tercera Edad, El Desastre de los Campos Gladios, Cirion y Eorl
y La Batalla de los Vados del Isen. También Los Druédain y Las
Palantiri serían parte de este corpus de saber Dúnadan. De nuevo podríamos
incluir aquí material proveniente del tomo XII de HoME (este volumen es de gran
interés para los estudios históricos sobre la Tierra Media al contener muchos
textos que luego fueron recortados o eliminados por la presión editorial de
los Apéndices). Habría algún otro texto susceptible de ser incluido aquí,
como Tal-Elmar, un intento de dar una visión de Númenor desde la óptica
de los Hombres Salvajes de Eriador.
Para estructurar esta vista
de la Materia de Númenor podemos concluir que nos hablaría de la Primera Edad
en superposición con la Materia de Imladris, y recogería todo el material sobre
los Hombres, en especial Númenor en la Segunda Edad y Arnor y Gondor junto con
sus aliados y enemigos en la Tercera.
Materia
Élflca o de Imladris:
Denomino a los textos transmitidos
a través de la vía élfica Materia de Imladris ya que este fue el sitio donde
se debió reunir y acumular durante la Segunda, Tercera y principios de la Cuarta
Edad. A ella pertenecen todas las obras cuya autoría se atribuye a los Elfos.
Las vías de llegada a Imladris son a través de sus propios autores o de copias
de sus libros por una parte (toda la documentación sobre Beleriand y parte de
la de Valinor: Narsillion, Ainulindalë, Valaquenta, Noldolante
y, por otra parte, traídos a través de Númenor desde Tol Eressëa, superponiéndose
así a la Materia de Númenor, donde estarían la Aldudénie, el Ambarkanta,
Nurtale Valinóreva... Sus principales autores son Rúmil de Tirion y Pengoloð
de Gondolin. Otros textos publicados de esta tradición serian los Anales
Grises, la Lhammas, la Historia de Galadriel y Celeborn, Los
Istari, la Athrabeth... Se puede observar que esta Materia está muy
relacionada y superpuesta con la de Númenor, estableciendo dos (o más) vías
de transmisión paralelas para unas mismas obras. Lamentablemente (para el historiador)
muchas de las obras de la Materia Élfica pertenecen a cuestiones filosóficas
y lingüísticas con valor relativamente bajo para el estudio histórico (no así
para otros apartados de las Ciencias de la Tierra Media).
La principal dificultad que
presenta este material es el mismo modo de trabajo de los eruditos élficos.
En una nota perteneciente, nuevamente, al tomo XII de HoME, se nos dice que
el método de trabajo de estos eruditos se basa principalmente en la tradición
oral y la preservación memorística de esta. De esta cita se implica que la capacidad
de retentiva de los elfos era muy superior a la de la raza humana. Los escritos
de saber élfico responden a necesidades de investigación y a anotaciones con
el objeto de facilitar el aprendizaje, no a la transmisión integra del saber.
La finalidad de las obras más completas es sin duda transmitir el conocimiento
de los Eldar a los hombres. Quizás sea por ello que el único asentamiento élfico
donde sabemos que existía una biblioteca era Imladris (no es que tengamos muchos
datos sobre el resto de asentamientos tampoco, pero sirva como posible hipótesis
de trabajo, compatible con todos los datos que tenemos).
Materia Anglosajona o de Ælfwine:
Sin duda la más discutible
y discutida. Comprendería la mayor parte de lo que se ha publicado en HoME (excepto
Los Cuentos Perdidos, para ellos pido un trato aparte) Incluye todo lo
que aprendió el marinero Ælfwine (siglos IX-X) durante su estancia en Tol Eressëa
y tradujo al inglés medio o anglosajón. La mayoría de los textos pertenecen
también a otras tradiciones. Lo que realmente nos interesa de esta vía no es
el texto en si, pues por lo general es un texto perteneciente ya al menos a
una segunda materia, la de Imladris, sino su transmisión hasta nuestros tiempos
históricos. Son estos textos los que realmente forman un puente entre los Días
Antiguos y la Era Moderna. Tal y como nos asegura Tolkien (haciendo referencia
a una de sus obras favoritas, el Beowulf) "podemos estar agradecidos
de que el producto de tan noble talante haya sido preservado por la casualidad
(si es que tal cosa existe) de las garras del dragón de la destrucción"
El tema de Ælfwine, el marinero que
encontró el Camino Recto y llegó a Tol Eressëa, es decididamente la materia
más intrincada y complicada en el campo de los autores. Su nombre en Inglés
Antiguo significa "Amigo de los Elfos", un nombre no del todo inhabitual
en su época. Era lejanamente descendiente de Eärendil, y por eso llevaba el
Deseo del Mar en su sangre.
Ælfwine era un navegante y trovador al servicio del
theng del rey Eadweard, Odda. Nació alrededor del 869 AD. Teniendo seis años
su padre se hizo a la mar en su navío
"Éarendel" y nunca volvió. En su juventud
aprendió el lenguaje galés, que era el de su madre. Al servicio de Odda navegó
por Gales e Irlanda, y siempre se vio fascinado por el mar. En Irlanda escuchó
los Imrama de Maelduin y San Brandam, al igual que rumores de la tierra
del oeste, hundida y cuyos supervivientes se instalaron en Irlanda.
Hacia el 915 AD los daneses atacaron Porlock. Finalmente
fueron rechazados y Ælfwine y su compañía capturaron un cnearr danés al anochecer.
Ælfwine y Tréowine, su mejor amigo, junto con dos compañeros
Ceola de Somerset y Geraint de Gales Occidental.
Navegaron juntos hasta más allá de la última costa de Irlanda, y siguieron navegando
hasta perder el conocimiento. Lo último que se sabe del viaje es que Tréowine
vio el mundo hundirse bajo ellos. Habían encontrado el Camino Recto.
De Tréowine y sus compañeros nada más se sabe. Cuando
Ælfwine se despertó se encontró en una playa y un grupo de elfos llevó su barco
hasta la orilla. Estaba en Tol Eressëa, donde fue instruido por los Noldor,
de los que aprendió su lengua. En Tavrobel, en el interior de la isla conoció
a Pengoloð, que le instruyó en el saber de los elfos.
A su regreso a Bretaña Ælfwine traduce las obras que
ha aprendido, como la Narn i Chîn Húrin, los Anales y el Quenta
Silmarillion, con comentarios respecto a los nombres. También transcribe
las DangweÞ Pengoloð (Las Respuestas de Pengoloð) sobre las lenguas élficas,
la Lhammas...
Desde este momento entramos en una nueva cuestión: la
preservación del texto. La forma más plausible es una biblioteca monástica que
hubiese sobrevivido afortunadamente hasta nuestros días, para caer al final
los escritos en manos de Tolkien. Esta posibilidad además nos permite formular
de forma sencilla la última materia.
Materia de Porlock:
Tomemos la copia del texto
de Ælfwine en manos de monjes cristianos en el siglo X-XI Al igual que los monjes
irlandeses de la época reelaboraron las leyendas celtas, introduciendo en ellas
elementos bíblicos, no sería raro que pudieran hacer lo mismo con las leyendas
élficas, ligándolas a un teórico Inram Eriol (Viaje de Eriol/Ælfwine).
En él, Eriol llega a una isla donde recibe las historias de los elfos. El argumento
del hilo conductor es bastante repetido en los cristianizados ciclos celtas:
desde los viajes de San Brandam a las peripecias de Maelduin, viajando de isla
en isla, donde viven aventuras increíbles y aprenden extraños conocimientos,
todos ellos bebiendo de fuentes mucho más antiguas. Un tema conocido unido a
una leyenda extraña. Los monjes la redactan de nuevo, usando el viaje de Ælfwine
como base narrativa. Son Los Cuentos Perdidos, de origen anglosajón pero
en los cuales se perciben influencias de otras obras de procedencia escandinava,
de donde podemos pensar que el texto es posterior a la invasión danesa (principios
del siglo XI). En ellos la historia se nos ofrece muy distorsionada y envuelta
de elementos míticos, como dijo aquel lector al que Allen&Unwin dieron a
leer la Balada de Leithian, envueltos de esa esquiva magia céltica. Parafraseando
a Tolkien, Los Cuentos Perdidos intentan reunir "el más inquisitivo
y menos severo acervo del saber élfico, que pudiera, al menos en algunos aspectos
y a pesar de las grandes voces galas que se alzan en contra, conservar gran
parte del pasado del Norte para armonizarlo con el saber del Sur, y con la nueva
fe".
Conclusión:
Tras el estudio de la obra
tolkieniana publicada, podemos observar como Tolkien con los años traslada el
centro de su legendarium de los elfos a los hombres. Si miramos los textos
cronológicamente observamos que mientras en los años 20 y 30 predomina en solitario
la Materia de Imladris, según avanza el tiempo la Materia de Númenor va tomando
importancia, aunque nunca llega a tomar el papel dominante. En ocasiones Tolkien
se plantea cual es el punto de vista de las leyendas. En Morgoth's Ring,
vemos como Tolkien se cuestiona todo su trabajo hasta entonces, y su coherencia
con los tiempos actuales, incluyendo la transmisión, y concluye que
"lo que tenemos en el Silmarillion son tradiciones (especialmente
personalizadas, y centradas en ciertos actores, como Fëanor) transmitidas
por los Hombres en Númenor y después en la Tierra Media (Arnor y Gondor);
pero mucho antes –en los días de la primera asociación entre los Dúnedain y
Amigos de los Elfos con los Eldar en Beleriand– mezcladas y confundidas con
sus propios mitos humanos e ideas cósmicas."
Al mismo tiempo inicia un proceso de racionalización del mito que podría haber
acabado con su propia creación. Como plantean algunos autores, la publicación
de El Señor de los Anillos supone el fin de la etapa mitopoética de Tolkien
y el inicio de una nueva época, la revisionista o, según los anteriores autores,
teológica. Así lo vemos en
la célebre Athrabeth Finrod ah Andreth, donde se presentan dos visiones
de la Tierra Media (concretamente en este caso, del Destino de los Hombres)
contradictorias entre sí. Al final nos queda la pregunta sin respuesta, ¿cuál
es la interpretación correcta? ¿A quién pertenece el mito? El mito no es ya
únicamente de Tolkien, es de la Tierra Media, todos sus pueblos participan de
él en mayor o menor grado, y, citando a Verlyn Flieger: "El mito no pertenece
a los Elfos, ni a los Hombres. Ni a la Cristiandad. No puede ni quiere hablar
con una voz única. Debemos agradecer a Tolkien el coraje no solo de sus convicciones
y creencias, sino también de sus dudas. Tal honestidad en un escritor debería
encontrarse con la misma honestidad por parte de sus lectores. Sólo si podemos
aceptar las múltiples voces, las diversas interpretaciones y los puntos de vista
enfrentados, sólo si podemos ser tan honestos, tan dubitativos, tan esperanzados
como el propio Tolkien, sólo si podemos responder a la pregunta
«¿De quién es el mito» aceptando
que es –con toda su indeterminación e irresolución– de Tolkien, sólo entonces
podremos decir verdaderamente que es nuestro"
Hasta aquí ha llegado este
estudio cuyo objetivo inicial era establecer un canon tolkienista, algo de lo
que llevábamos hablando en el seno de la proto-Comisión de Historia y Geografía
desde hace mucho tiempo. Tras realizarlo soy consciente de que un Canon dentro
de la obra de Tolkien es algo utópico. El estudio de los fragmentos me lo demuestra.
No considero que el trabajo haya fracasado por ello. El Canon es inalcanzable,
pero tenemos en nuestras manos herramientas fruto de un estudio serio y realizado
sobre unas bases firmes. Todos los trabajos a los que he tenido acceso intentan
simplificar al máximo las vías de transmisión, perdiéndose una gran cantidad
de información en el proceso.
El mismo Tolkien nos ofrece nuevamente la llave a sus escritos: Su obra "está
hecha de cuentos recitados frecuentemente antes y en otras partes, y de elementos
que derivan de tiempos remotos más allá de la visión o la consciencia del autor." La respuesta estaba
mas cerca de lo que creíamos. Nos la ha dado el mismo Tolkien, pero no la habíamos
visto.
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