En cualquier discurso referido a J.R.R Tolkien se observan referencias a su amor por la mitología y su intensa, compleja y sorprendentemente coherente producción particular en la forma de "El Silmarillion". En esa obra, y de manera más soterrada en "El Señor de los Anillos", podemos asistir a la configuración cosmogónica y mítica de Arda desde el mismísimo "génesis" hasta el anunciado "Apocalipsis".
Pero siempre nos topamos en el estudio de esta estructura con una barrera interpretativa, ¿son el conjunto "Ainulindalë", "Valaquenta" y "Quenta Silmarillion" mitología estrictamente hablando? ¿O son en realidad historia remota, casi legendaria, pero historia al fin y al cabo?
Ambas preguntas tienen ciertos elementos a su favor y en su contra. En este
breve ensayo nos aproximaremos al posicionamiento interpretativo derivado de
la segunda partiendo de una premisa coherente con la estructura interna de la
propia Tierra Media:
Hay testigos vivos de dos las tres composiciones "míticas",
los elfos. Y algunos de entre los elfos han convivido con protagonistas de la
primera de ellas, con los Valar y los Maiar.
Según la concepción de "Historia del Mundo Actual" (disciplina universitaria nacida de la Historia Contemporánea) se considera parte de su campo de estudio "todo aquel del que aún queden testigos vivos". Se convierte así en limitador de su área de estudio la propia vida de los seres humanos del presente. Trasladando este simple axioma a la Tierra Media nos encontramos que en los años de Frodo, por ejemplo, se podía considerar "Historia Actual de Arda" todo lo acontecido en Valinor con la muerte de Finwë puesto que aún quedaban con vida testigos directos de aquellos hechos, como Galadriel.
Pero llevar a cabo semejante análisis desvirtúa por completo tanto el método usado (a fin de cuentas nacido en nuestro mundo) como el sujeto de estudio (los elfos se manejan en una coherencia creadora diferente a la humana o hobbitica) ¿Hay, por lo tanto, alguna otra manera de defender que el corpus mítico de Arda es historia y no mitología?
La hay. En la función que se le supone al "mito" en una sociedad o cultura determinada de manera general y que apenas se ve reflejado en "El Silmarillion".
El concepto de "mito" es muy amplio y difícil de precisar
en su conjunto, es casi uno de esos términos que se definen por medio
de "lo que no es". En su propio origen etimológico griego ya
presento una complejidad de interpretación muy notable.
"Mythos" significa "palabra, discurso, pronunciamiento decisivo
que no necesita ser demostrado puesto que se impone por si mismo". Su verdad
es, por tanto, cierta y de ninguna manera "contestable" por medio
del uso de la demostración empírica o "lógica"
(del griego "logos: palabra, discurso, pronunciamiento que necesita ser
demostrado").
Así los mitos reunidos en los diversos "corpus míticos"
se imponen como ciertos por su propia naturaleza. Pero esa certeza deriva siempre
en concepción religiosa y se vale de los medios de la "justificación"
para sostener una forma social concreta y compacta (ejemplos de Grecia, Roma,
Egipto, Escandinavia
). Pero ¿Qué dicen los mitos? ¿Cuál
es su importancia?
Los mitos, superando lo meramente fantástico con que se los ha envuelto
con el paso del tiempo, son "tautogóricos", cosas que no se
pueden decir de otra manera y que no son simple y llama alegoría. Demostrar
esta afirmación precisa de un distanciamiento cultural que nos permita
conseguir "la llave de las puertas de la interpretación". Los
mitos en origen, son por tanto, portadores de justificaciones culturales en
gran medida, pero el paso de las generaciones los va relegando a "aquellas
historias de viejas" como se los definía en el siglo IV a.C. en
la propia Grecia.
Justificación social y cultural de las civilizaciones que poco a poco se ve relegada al estatus de "fantasía" e "historias de viejas". Este proceso en su último estadio lo podemos "admirar" hoy día en algunas producciones televisivas.
Los mitos tenían una función: Explicar el mundo dotando de coherencia a la sociedad siendo las prácticas religiosas la plasmación final de la aceptación de ese "estatus" incontestable de los mitos.
Y esto no sucede en la "Ainulindalë", ni el "Valaquenta" ni en el "Quenta Silmarillion". Asistimos, es cierto, a una cosmogonía completa, a la estructuración del universo y a la narración de los avatares de los elfos en las Edades más tempranas del mundo. Pero no hay mitos que justifiquen su comportamiento cultural ni el origen de ninguna tradición cultural. No hay un mito tipo Prometeo o rituales de paso que ordenen la sociedad y la justifiquen en última instancia.
No los podemos encontrar porque lo que se nos narra es Historia, no mitología. "El Silmarillion" narra sucesos que han acontecido y de los que podemos extraer interpretaciones morales (como podemos hacerlo de cualquier cosa sin que por eso sea "mitología"), pero esa no es su función. "El Silmarillion" es la memoria viva de los elfos, no un corpus mítico tal y como es concebido por los antropólogos y los mitólogos. Hay "dioses", los Valar, en efecto, pero eso no implica que nos encontremos ante un complejo mítico como el que rodeó a griegos, romanos o germanos, puesto que esos tres pueblos (como muchos otros) usaban de la mitología de otro modo, con otro fin. Ningún romano, griego o germánico vio nunca a uno de sus "dioses" y por eso mismo los dioses eran representaciones de ideas, poderes "naturales" o encarnaciones de valores culturales. Los Valar, por el contrario, existen, y algunos elfos han convivido con ellos. Los hechos de los Valar no son mitos, son Historia. "El Silmarillion" es por tanto Historia para los elfos y no configuran una justificación social para los elfos. Los actos de los Valar no tienen una lectura mítica para los elfos, de ellos no extraen nada más que el conocimiento de los primeros momentos del mundo.
Antes citábamos el mito de Prometeo y la carencia del mismo entre los elfos. Resumiéndolo ese mito narra el primer sacrificio hecho a los dioses por Prometeo que dará forma al "modus operandi" posterior de los sacrificios todas las poleis griegas (modo de tratar con las deidades: primera justificación que se extrae del mito), luego dará el fuego a los hombres sacándolos de su estado de barbarie (el paso a la civilización, segunda justificación) y por último su actitud rebelde hacia Zeus conllevará la creación de Pandora (origen de la mujer, tercera justificación) y la apertura de la "caja de Pandora" volcando en el mundo todos los males (origen del dolor, la enfermedad, el odio, la ira, etc.:cuarta justificación del mito).
Podemos observar así como funciona el mito en tanto que cohesionador cultural y justificador social y difícilmente hallaremos una carga similar en los mitos élficos puesto que no tienen esa función. Y carentes como están de semejante funcionalidad social en la reunión de los mismos en "El Silmarillion" no podemos decir estrictamente que este es una mitología propiamente dicha.