Era una mañana lluviosa de noviembre, y Aglanor Gwydion, de la Gloriosa Casa de Fingolfin, iba al trote por los pasillos, cuando su amigo Laymander apareció procedente de la puerta que daba al edificio de Ingenieros. Evidentemente, venía hecho una sopa.
- Brrrr, vaya tiempecito más tempestuoso. ¿Hacia dónde te diriges, Agla?
- A entregar la práctica de Investigación Histórica. Ya voy tarde.
- ¿Y qué tal?
- No sé, no sé... me han tocado en el tribunal de corrección los más huesos de toda la universidad.
- No hará falta que me digas más: el Retuerce y el Eleder
- Hay que jorobarse. ¿De dónde vienes a estas horas?
- Del laboratorio de Campos. He culminado la parte de investigación del proyecto.
- Vaya perro... tu acabando ya, y yo todavía en tercero factorial.
- Si en vez de jugar a los wargames esos e irte de juerga, hubieses estudiado en su dia... ¿qué es ese ornamento circular que llevas en el anular, y que presenta la letra inicial de tu nombre?
- Ah, es un anillo que me han regalado, ¿a que es bonito?. Ya te cuento luego cómo ha llegado hasta mí, que ahora llevo prisa.
En ese momentos un bedel troll depositó un puñado de panfletos sobre una mesita cercana.
- ¿Qué es eso? – preguntó el pelirrojo Aglanor.
- Se trata del nuevo trabajo del Doctor Uija. Es una especie de Análisis Psiquiátrico de la personalidad de Fëanor, ya sabes, el forjador de los Silmarils.
- ¿Y qué tal está?
- En mi opinión, está mal documentado y las conclusiones son no demasiado objetivas. Sin embargo, aunque peque de exagerado, hay que reconocer que el Doctor Uija lleva bastante razón en lo de Maedhros. No obstante, no debería basarse tanto en los Apócrifos. Hoy en día su verosimilitud se ha visto muy desprestigiada.
- ¿Los Apócrifos, los del Profesor Talco?
- Si. Aunque nadie duda de la buena voluntad de los miembros de la Familia Talco, quizás las obras a partir de las cuales hicieron su recopilación fuesen poco veraces. Y, aparte, el tema que trata, para mi gusto, no es de interés científico. Es un cotilleo sobre personajes históricos. Correcto, pero prescindible.
- Si es que a ti todo lo que no tenga integrales... ¿qué vas a hacer ahora que has acabado?
- Pues me voy a ir a algún plano donde el campo taumático sea más intenso que en este. La baja permeabilidad de tauones en Arda imposibilita el lanzamiento efectivo de conjuros, dando la impresión de que la “magia” es sólo una leyenda. Esos pseudointelectuales de letras, que defienden que la magia es una manifestación del espíritu, me tienen hastiado, a esos, a esos me gustaría a mí verlos manejando el Acelerador de Tauones del sótano. En fin, que hay una plaza de profesor de Campos en Talmardín y me parece que la voy a aceptar.
- No sé ni donde está eso, y me voy que tengo mucha prisaaa... ¡que te enrollas más que las persianas!
Laymander le lanzó un “buena suerte” a Aglanor mientras éste se dirigía raudo hacia la sala de proyecciones. Irrumpió en ella jadeando, y miró a los tres miembros del tribunal que llevaban ya un cuarto de hora esperándole. El catedrático de Arqueología Fantástica, Profesor Ataulfo Retuerce, que era además quien evaluaba las prácticas de Investigación Histórica, le echó una mirada fría como el Helcaraxe y carraspeó. A su lado estaban el Doctor Eleder, que estaba haciendo crucigramas en Quenya y el Profesor Tuzzi que se había quedado dormido.
-Espero, joven, ya que su tardanza ha sido excepcional, que su trabajo también lo sea.
- Eh... oh... claro, claro... sí, por supuesto... – Aglanor sacó torpemente su carpeta.
- ¿Cómo se titula su trabajo, joven?
- Hu... ha... El Destino de Maglor.
- Interesante – dijo Tuzzi que se estaba desperezando - ¿tiene datos fiables?
- Oh, sí, por supesto. Yo no soy como otros que basan sus trabajos en los Apócrifos.
- Bien, don... – Eleder buscó en la lista que tenía delante – Aglanor Gwydion. ¿Gwydion? ¿De donde ha salido su apellido? No es de ningún idioma conocido. ¿Seguro que está bien escrito?
- Sí, sí, es Gwydion, se lo aseguro.
- Bien – dijo Retuerce, y suspiró – exponga su trabajo sin más demora o nos quedaremos aquí hasta la Dagorad.
Aglanor sacó unas transparencias de la carpeta y encendió el retroproyector. Puso la primera, se leía en tengwar “El Destino de Maglor” y debajo en escritura normal y corriente “Siguiéndole la pista al más escurridizo de los fëanorianos”.
- Señores profesores, es bien sabido que Maglor fue el más famoso bardo de las edades antiguas, y que su habilidad era incomparable. Sus dotes para la música, tanto para el canto como para los instrumentos, eran legendarias, literalmente míticas.
- Esa parte nos la sabemos, abrevie...
- Supongo que todos recuerdan que tras recuperar los Silmarils, Maedhros se suicidó y Maglor, tras lanzar su Silmaril al mar, se marchó para no volver a tener contacto con nadie más. Muchas hipótesis sugieren que murió de pena.
- ¿Algo que no sepamos?
- A eso iba... supongamos que Maglor no murió entonces, y que al ser un elda, no puede morir de viejo. Por tanto es posible, tan sólo posible, que actualmente, en la Novena Edad, siga vivo.
- Si, claro... – dijo Tuzzi – como en las novelas esas que leen ahora los jóvenes, de la saga realidad, dicen que hay un bardo, un tal Elvis, que aunque todo el mundo cree que murió, en realidad no lo hizo... se ponen a divagar cosas como ésta. Me parece que los jóvenes de hoy en día no distinguen la bucólica realidad de la cruda Fantasía que nos toca vivir a diario.
- Más vale que ofrezca usted pruebas, amigo – apuntó Eleder.
- Claro que sí, claro que sí – dijo Aglanor – y sacó un disco compacto del bolsillo.
- A ver... “La Caida de la Noche en la Tierra Media”, de Orcopaz. Ni los conozco. – dijo Retuerce.
- Son un grupo de orcos peludos que aporrean guitarras – dijo Tuzzi.
- ¿Y qué tiene esto que ver con Maglor, se preguntarán? Pues bien, resulta que estos Orcopaz son el ídolo de millones de personas por toda la Tierra Media, tienen encandilada a la juventud, son el mejor grupo jamás aparecido sobre la faz del planeta. Su habilidad musical, su dominio de los instrumentos, la voz del cantante... son reconocidos universalmente como los mejores en su género, sin duda alguna.
- Aparte de que discrepo de su opinión en lo referente a la calidad del grupo – observó Tuzzi – me parece que los Orcopaz son cuatro, y Maglor era UNO, lo entiende, UNO, como el anillo y como Eru Ilúvatar.
- Pero eso no es eliminatorio. Con que uno de ellos fuera Maglor, los demás serían tan sólo una comparsa.
- Y, según su docta opinón, don investigador Aglanor – a Retuerce se le notaba demasiado el tono irónico - ¿cuál de ellos es Maglor?
- Bien, examinémoslos uno por uno. – Aglanor empezó a poner transparencias en color de todos ellos - De momento todos tienen pinta de orco. Pero el bateras, The Omen, es el que parece más orco de todos. Además Maglor nunca tocaría la batería. Luego The Omen queda libre de sospecha.
- Prosiga, estamos ansiosos por descubrir la verdad.
- Magnus... este es el guitarra rítmica. Un instrumento a la sombra de la guitarra solista... demasiado “light” para un hijo de Fëanor. Descartado.
- Auuuh – Tuzzi estaba ya bostezando, señal de que le interesaba el tema.
- Mordred: el cantante. Podría ser, pero la enfermedad auditiva que pasó hace poco jamás hubiese afectado a un elfo criado bajo la luz de los árboles de Valinor. No, éste también es un orco.
- Por tanto es el guitarra, como #usted# quería demostrar – dijo Retuerce con retintín – muy bonito. ¿Algo más?
- Espere, espere, déjeme acabar... si bien es cierto que el apodo del guitarra es “Fëanor”, y que es el compositor de las canciones, y sin duda alguna el miembro con más talento del grupo, puede que él no sea Maglor.
- ¿Sólo puede? Subestima usted las posibilidades de tal cosa, estimado alumno.
- Sí, y me baso en que: a) antes de este disco los Orcopaz no eran tan buenos, b) que Maglor nunca se pondría Fëanor de apodo por ser demasiado evidente, y c) que el booklet o “librito” del “Caida de la Noche...” está indudablemente escrito por Maglor (Nota del Autor, o sea Uija: esto ES VERDAD, leedlo), mientras que los anteriores no, tengo fundadas razones para sopechar queeee... ¡El bajo de estudio, que es el nuevo componente que acompaña a los Orcopaz, para que Mordred pueda cantar sin tener que tocar el bajo, ES Maglor, hijo de Fëanor, hijo de Finwë! Además para ocultar los característicos cabellos de su casa lleva siempre un pañuelo que le cubre el cuero cabelludo.
Retuerce se levanto, con la cara congestionada, resoplando como si fuese una tetera a punto de explotar...
- ¡¡¡ SERÁ USTED CENUTRIO, IGNARO, LEGO, TORPE, ZAFIO Y RUIN !!! ¿PRETENDE HACERNOS CREER QUE EL LEGENDARIO MAGLOR, EL MEJOR ARTISTA DE LA HISTORIA, ES UN BAJISTA DE ESTUDIO, DEL CUAL NI SIQUIERA SABE SU NOMBRE, DE UN GRUPO DE ORCOS QUE TOCAN HEAVY METAL?
- Pues... básicamente, sí.
- ¡¡¡SUSPENSOOOO!!! ¡¡¡TIENE USTED UN CEROOO!!! ¡¡¡¡Y VAYASE USTED A LA PUÑETERA CALLE ANTES DE QUE SAQUE MI MAZA Y LE APLASTE LOS POCOS SESOS QUE TIENE!!!!
Aglanor salió de la sala, compungido.
- Si es que no se puede, si es que esta juventud es anarquista... después de los pormordorianos, los comunistas en mi propia Universidad....
- Tranquilo, Retuerce, que ya ha pasado todo. Toma, un vasito de agua.
- Gracias, querido compañero. Qué lástima que las cosas ya no sean como antes.
- Bueno, vamos a despertar a Tuzzi que tiene que entrar el siguiente.
Laymander le salió al paso a Aglanor.
- ¿Qué tal?
- Para Septiembre. Si es que esta asignatura es un hueso...
- ¿Y qué vas a proponer en Septiembre?
- Pues en vez de una investigación voy a escribir un ensayo filosófico.
- ¿Sobre qué parte de la historia?
- Sobre Beren y Luthien, de por qué fue la más difícil e inverosímil unión entre humanos y elfos.
- ¿Por qué? ¿Por la tozudez de Thingol de Doriath? ¿O simplemente porque fue la primera?
- No, la dificultad en realidad estaba en que Luthien era una pija de mierda que llevaba túnicas Lacoste, y Beren era un Jevi guarro greñososo con chupa de cuero.
Laymander se alejó lentamente, mirando al suelo y girando la cabeza, murmurando algo así como “nunca cambiará”.