Sobre las excavaciones de Imladris

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5. El cancionero de Rivendel

Entre las muchas excavaciones realizadas en el valle de Imladris, fue
localizada una gran cantidad de vasijas, realizadas en cerámica común, y al
no presentar ninguna inscripción ni
otros rasgos de interés, y al estar ya bien surtidos de miruvor gracias a excavaciones anteriores, fueron rápidamente retiradas y descartadas para continuar excavando.

No fue hasta tres semanas después, cuando el que suscribe descubrió que aquellas vasijas habían sido rotas, y que en su interior había una gran cantidad de pergaminos y escritos, que fueron rápidamente reunidos, pero
entre la baja calidad de los materiales de escritura, la incorrecta impermeabilización de las vasijas, el paso del tiempo y las habilidades papirofléxicas de los obreros, sólo se pudieron rescatar siete hojas
cubiertas de escritos, y un papiro de gran tamaño, que representa los planos de un arma, con una anotación al pie, que dice "esto nunca funcionará - abandonar y eliminar todo indicio de su existencia".

Este plano ha sido enviado a las oficinas del Vinyatech para su estudio, y los escritos han sido sometidos para su traducción al sabio escrutinio del Dr. Eleder, bajo contrato de confidencialidad, que en su informe destacó "la intrincada y primitiva caligrafía Tengwar empleada" y "la gran cantidad de faltas de ortografía", amén de "lo horrible que es todo esto". En una carta posterior, el Dr. Eleder también nos hizo llegar sus comentarios de "no irán a publicar todo esto, ¿no?" y "gracias por su miruvor de Imladris, parece mentira, cuantas más edades pasan, mejor sabe y menos emblolacha".

En sus conclusiones finales, el Dr. Eleder declaró que estas eran "piezas y cuentos leidos y cantados en los salones de Rivendel" a finales de la III Edad o a principios de la IV. En su mayor parte son de autoría desconocida, pero algunos de ellos van firmados.

A continuación se reproducen las certeras traducciones realizadas por el Dr. Eleder de las siete composiciones conservadas:

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Oíd ahora mi Historia, señores, de cómo unos malvados Noldor importunaban a sus hermanos elfos Teleri y Vanyar, y éstos los llamaban "los Fëanorianos", que en la lengua de los Teleri significaba "los que juegan con fuego y se acaban quemando". Y así es que se dijo que el Señor de los Fëanorianos, llamado Fëanor, tuvo tratos con los Enanos y les compró las Tres Golosinas de la Discordia, las Khinder-Mharil. Mas estos sabrosos dulces eran codiciados por gran parte de su pueblo, y el mal brotaba allá por donde pasase Fëanor, señor de los Fëanorianos, mostrando las Khinder-Mharil.

Sabed pues que por aquellas tierras nadie osaba contradecir los designios de Fëanor, señor de los Fëanorianos, excepto un malvado ser oscuro, que se había asentado entre los que juegan con fuego y se acaban quemando, por haber sido rechazado por el resto de las criaturas de Arda, y él codiciaba también las Tres Golosinas, y aprovechó el único momento en que Fëanor, señor de los Fëanorianos, no las llevaba consigo: la ducha anual.

Grande fue el enfado de Fëanor, señor de los Fëanorianos, cuando vio la traición y el desafío que se le había hecho, y alzando la mano maldijo al ser oscuro llamándolo Darth Vader, "la Estrella de la Muerte". Y lanzó un juramento, seguido por sus siete hijos, y buscó a Darth Vader en montañas a las que nadie antes había escalado, ríos que nadie antes había cruzado, nueces que nadie antes había cascado, barrios en los que nadie antes había entrado sin ser desvalijado. Y sucedió entonces que el destino quiso que las vidas de Fëanor, señor de los Fëanorianos, y Morgoth, acompañado por Ungoliant, se cruzasen, y Morgoth sacó de su traje de oscuridad una espada, y le exigió que le entregase las Khinder-Mharil, pues había oido de su sabrosura y empalagosidad, y fue entonces cuando Fëanor, señor de los Fëanorianos, se acobardó y dio un paso atrás, y le respondió diciendo:

"Sabed, mi buen señor, que Darth Vader me las ha robado, debido a mi debilidad y falta de responsabilidad."

Sucedió entonces que Morgoth se enojó y azotó a Fëanor, señor de los Fëanorianos, y el corazón de éste, ante tal acto, se inflamó, y Fëanor, señor de los Fëanorianos, murió consumido.

FIN

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Érase una vez un conejo blanco, un conejo sencillo
de chaqueta azul brillante y zapatos amarillos
que a todas partes iba con su reloj, diciendo
"que llego tarde, tarde se me está hasiendo.
Debo tomar el te con la duquesa
que, si no, me hará cortar la cabesa."
Y un buen día un árbol parlante encontróse
que le dijo "tú bien a la duquesa no conoses.
No te apresures, buen conejo blanco y sensillo
de chaqueta asul brillante y sapatos amarillos."


FIN

[Va firmado al pie con las iniciales: B.B.
Al pie hay otra anotación: "Prended y azotad"]

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Cuentan las leyendas que en el bosque de Brethil habitaba una pequeña doncella élfica que solía vestir una capa roja. Esta doncella vivía con su madre, y cada semana iba a la casa de su abuelita. Un día, la madre de la doncella le dijo:

-- Carnewen, Carnewen, toma esta cesta y llévale a tu abuelita este coimas eldaron y este lissë-míruvórë, que está enfermita.
-- Vale mamá.

Entonces Carnewencita tomó la cesta y se fue de su casa, en dirección a la casa de su abuelita, que quedaba como a dos horas de camino a través del bosque, e iba mirando las lassi en las olwar, las blancas lóti de la primavera en las plantas, y las wilwarini revoloteando encima de la verde salquë.

Carnewen estaba cantando la Balada de Tilion cuando se encontró con el Dragón Feroz, y éste le dijo:

-- ¿A dónde vas, Carnewencita, con esa cestita llena de deliciosos apsar que comer, como este bien horneado masta, este refrescante sáva, la dulce lís, yáver de los árboles, cítricas culumar, rojas pior, tyuru de Roquefort y.... ¡oh! ¡Coimas y míruvórë!
-- Voy al talan de mi abuelita, pues está enfermita y necesita estas cositas.
-- Oh, vete, vete, no te atrases ar nai eleni caluvar tielyanna.
-- Hantalë, lókë.

Entonces Carnewencita se fue al talan de su abuelita, pero el malvado dragón feroz, que conocía un atajo (en realidad sabía volar, y podía ir en linea recta) se adelantó a Carnewencita y llegó al talan de su abuelita. Entonces llamó a la puerta, pero la abuelita no le abría, y el dragón feroz se enfureció y dijo:

-- Soplaré, y soplaré, y tu talan derribaré.

Y sopló, y sopló, y su talan derribó, y carnewencita llegó, y ante el paraje de desolación que sus ojos contemplaban bajo el frio viento a la luz de las estrellas, lloró.

FIN

[Según el Dr. Eleder, se desconoce el significado de las palabras que ha
dejado en quenya, debido a que nuestro corpus, aunque sumamente numeroso y
actualizado mensualmente, aún no las contiene, aunque ha prometido llevar a
cabo una investigación etimológica.]

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Sucedió que los Siete Padres de los Enanos tuvieron un sueño, pero esta historia ya ha sido relatada en otra ocasión por lo que no la contaré ahora.

[El resto del manuscrito se ha perdido; se ignora cómo continuaba el relato]

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Eran esos peazos de bambinos, que eran un niñorl y una niñarl, que sus papás se murieron en una batalla, jarl! (siete caballo vienen de Beleriannnn... jarl!). Y esos fistros se perdieron en el bosque, y la niñaaarl (arf, arf) le decía al niñorl:

-- Pecadorl! Te daj cuen! Que estamos más perdidos que un symbelminë en el desierto de Harad, jarl!

E iban por ese peaso de bosque y llegaron a un claro, y los bambinos dijeron "quietorl". ¡Porque allí había una peaso casa de Kram! Jarl! Y los niños la vieron, y los ojos se les pusieron más grandes que un cruce de olifante y balrog, te daj cuen!

Y cuando vieron ese peaso casa de Kram, no pudieron aguantar más el hambre, y se fueron al ataquerl, y comenzaron a comer ese fistro de casa de la praderarl, y se comieron una ventana, y la chimenearl.

Y cuando estaban en esto, salió de la casa un fistro con barba que les dijo:

-- ¡Quietorl! ¡Qué haceis ahí comiendo mi casitarl! ¡Peaso de pecadores! ¡Torlpedos! ¡Que comeis más que un hobbit en una fiesta de cumpleaños!

Y esos peaso de bambinos, que se quedan mirando, y le disen:

-- Lo siento señor enanorl

-- ¡SEÑORA ENANARL! ¡Cobarldes! ¡Torlpedos! ¡Que yo tenga este peaso barbarl nel fistro de la cara no quiere decir que yo sea un varón! ¡Cobarldes! ¡Idos ya de mi casa!

FIN

[Al pie del manuscrito aparece firmado: "Titta-tieo"]

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Era un hobbit muy pequeño, al que llamaban pulgarcito, pero un día se le cayó una estantería encima y se murió.

FIN

[De nuevo firmado con las iniciales B.B.
Otra anotación reza: "Dejar por imposible"]

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Resulta que había una familia de orcos en Utumno, ¿no?, entonces un dia llamaron a la puerta y había un tío... ah, no, espera... llaman a la puerta y ven a un bebé elfo delante de su casa... ¡no!, haz como si no hubiese dicho eso, el niño estaba tapado, ¿no? y ellos no lo podían ver, ¿vale?, entonces lo acogen y lo destapan, bueno, quiero decir que le quitan el velo que le cubría la cara, entonces ven que era un elfo feo y horrible... hmm, uy, no, era un bebé feo y horrible, pero no sabían si era elfo, enano, hombre o lo que sea, ¿me seguís? pues resulta que todos empiezan a despreciar al bebé, y el tio crece y cada vez se hace más alto... ¿alto? ¡feo! quería decir feo, el tío crece y cada vez se hace más feo, hasta a
los de su familia el feo ese le daba vómitos... es decir, náuseas, ¿no? nadie lo quería a su lado incluso, y no le daban de comer... ehmmm ¡vaya! sí que le daban, claro, si no, ¿cómo iba a vivir? pero le daban de comer aparte, en la mesa, no en el suelo como el resto de la familia, ¿no? y los elfos vinieron a guerrear... porque bueno, estaban en guerra con los elfos,
porque los elfos eran malos, bueno, malos para ellos, porque los elfos somos buenos, o sea, buenos para nosotros, ¿bien? ¡oh, ya me he perdido! ¿dónde iba? ... ¡ah, gracias, sí! o sea que llegaron los elfos y se pusieron a batallear ¿cómo? bueno, me entendéis igual, ¿no? vale, pues eso, entonces el feo descubre que en realidad es un... bueno, pero eso es después, porque antes quiso ir a batallear ¿eh? ah, sí, perdón... pues eso, van sus compañeros a BA-TA-LLAR y a él no le dejan, porque era feo y lo despreciaban, ¿me seguís? pero él les sigue a escondidas, para que no le vean y no le manden volver, ¿no? pues les sigue y entonces descubre que en realidad era un fëanoriano. ¿Lo entendeis? No era un orco, era un
fëanoriano, por eso les parecía horrible a los orcos, qué, ingenioso ¿eh? Entonces claro, a los orcos le parecía feo, y no era feo, era fëa (jejeje), y cuando vienen los elfos pues lo descubre, que era fëanoriano, claro, lo descubre pues los ve y ve que son iguales, ¿no?...

 
UAN, IX Edad