Los Siete Padres de los Enanos, de Simon Lyall

Rápidamente subía las escaleras temiendo llegar tarde a la clase de Orcoanálisis que tenía que estar empezando, y en su apresuramiento no vio a la persona con la que terminó tropezando. Los papeles de uno y otro se precipitaron irremediablemente al suelo, y esto lo molestó, porque eliminaba toda probabilidad de llegar a tiempo a la clase del Dr. Segismundo. Se agachó a recoger sus apuntes y los papeles de la persona con la que había tropezado...

-¡Deja! ¡No toques eso! Son unos papeles muy importantes ¿Sabes? No deben ser mostrados, no por ahora, no es ese su hado. No los toques, podrías alterar el orden.

- Ehmm, claro, claro- respondió sorprendido, deseando alejarse de ese tarado, a la vez que se levantaba contento porque no tendría que ayudarle a recoger.

Corrió como nunca por los pasillos de la facultad, pero cuando llegó a en frente de su aula, ya la puerta estaba cerrada, había llegado tarde y no se atrevía a enfrentarse al Sr Fraude. Decidió ir a la cafetería y estudiar allí.

Cuando se estaba acercando a la cafetería, vio como el pobre loco con el que había tropezado en las escaleras estaba hablando con un secretario de la UAN, se escondió tras una columna, tampoco se atrevía a enfrentarse a él de nuevo, su vergüenza le volvía a ganar la partida.

-Buenas, sí, buscaba al decano, tenía una cita con él ahora, soy Bard Hostettë, perdone el retraso, un torpe tropezó conmigo y me tiró todos los papeles.

- Ah, sí, me advirtieron de su llegada, por favor sígame, es por aquí.

Afortunadamente el camino que seguían no era el camino en el que él se encontraba, y pudo llegar a la cafetería sin más problemas. Se sentó en la barra, pues las mesas estaban llenas de alumnos jugando a las cartas, y allí, abrio su carpeta y cogió los papeles que estaban encima.

Mucho se extrañó al ver esos papeles, parecían viejos, más viejos que sus apuntes del año pasado, y ciertamente no estaban escritos con su letra. Seguramente serían del Sr. Hostettë, y se los habría tomado sin querer. Si se apresuraba aún podría devolvérselos, pero la intriga creció en su cuerpo y se sorprendió a si mismo comenzando su lectura...

El Cuento de Lossiel

Existen dos esbozos de esta breve narración inconclusa y sin título, una manuscrita y difícilmente inteligible ('A') y una copia carbón de una mecanografiada ('B'). La parte superior de la copia de B se ha perdido, presumiblemente prestada a una persona desconocida y simplemente no devuelta (véase más abajo). B se basa en A muy literalmente, aunque variando constantemente los detalles de la expresión, característica de los escritos de mi padre. Nunca se le ha hecho una corrección a B (salvo una nota garabateada al final); unas pocas hechas en A se han incluído en B, posiblemente hechas en la misma época. Esto fue escrito a finales de 1936 o bien a principios de 1937 (véase más abajo); no hay ninguna razón para creer que existió un gran intervalo de tiempo entre el primer esbozo y la copia a máquina. El texto que aquí se da es B, tal y como fue escrito.

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Ahora bien, en los Años Oscuros, en el dominio de la Tierra Media por parte de Sauron, cuando los Eldar se replegaron rápidamente en sus fortalezas en el reino de Gil-Galad en Lindon o en Imladris; y la mayor parte de los Hombres siguieron a la Oscuridad, salvo sólo los costeros donde los Numenoreanos hicieron sus puertos; los Enanos en sus mansiones que siempre tuvieron, seguros tras sus puertas de piedra. Y la riqueza les llegó, y poseyeron tanto placer como pudieron desear, pues cada uno de sus reyes poseía un Anillo del Poder. Estos anillos les fueron dados por Sauron, pero esto los Enanos no lo sabían, creyendo los justos y falsos pretextos que Sauron les había mostrado.

Y los Anillos enriquecieron a sus poseedores, porque los Enanos deseaban riquezas, y inclinaron sus pensamientos hasta encontrarlas, así que las ricas venas de la Tierra les fueron reveladas. Oro encontraron, y plata, y en el reino de Durin las montañas emanaron mithril para gracia de los deseosos mineros Enanos de Khazad-Dûm. Pero pocas gemas encontraron, pues desconocían el arte de buscarlas, y sus reservas procedían en su mayor parte de los Noldor.

Por ello Durin IV pensó largamente en las gemas, y en dónde se podrían hallar, y tal era el poder del Anillo que portaba que sus pensamientos se convirtieron en deseo, y el deseo en obsesión, por lo que Durin nunca dormía salvo para soñar con las gemas. Y en un sueño una visión le llegó a causa del poder del Anillo, más clara y más coherente que ningún otro sueño y rica en color como si fuese dibujado por los pinceles de los artistas sobre el papel, y vio una mina en la tierra en la que se hallaban las gemas: grandes, más grandes que sus dos puños, expuestas en las galerías para ser tomadas, y ya cortadas y pulidas como tratadas por un joyero.

Así que cuando Durin se desperto, la visión le henchió, y conocía de algún modo (debido al oscuro dominio que Sauron poseía sobre el Anillo) en que región yacía la mina; y se preparó para el vieje, y emprendió viaje desde Khazad Dûm con unos pocos sirvientes: pero aún así mantuvo oculto el secreto de su visión.

Tras largo tiempo vagando, Durin llegó a un profundo bosque, lejos al sureste de su hogar, llamado Eryn Morn, ya que era oscuro bajo los árboles, salgo en los escasos claros. Allí buscó la mina que aparecía en su visión. Sus compañeros partienron uno a uno, porque estaban lejos de las montañas, y no deseaban vivir en un descampado; además había poca comida, y ninguna cerveza, y ninguna Mujer Enana, y poca esperanza de encontrar la gran mina de gemas. Mas Durin, conducido por el Anillo, se quedó, buscando por largos meses aún incluso después de quedarse solo, hasta que se encontró con un Enano desconocido.

Este enano se llamaba Nali, y provenía del más lejano Este; y era de hecho un rey de su pueblo, y portaba un Anillo, porque visiones como las de Durin habían sido enviadas a cada uno de los portadores de los anillos de los Enanos, y todos ellos arrivaron a Eryn Morn, buscando la mina: Nali, Frar y Nar, Snorri y Sturli y Skorr, señores de los Hijos de Aulë. Y como Durin ellos continuaron la búsqueda después de que sus seguidores los hayan abandonado, llevados a procurar la mina. Así que los siete Señores de los Enanos se encontraro, y se aliaron para buscar la mina juntos, y compartirían su riqueza, y construyeron una casa, en un claro entre los oscuros árboles. Esta casa era de madera, ya que había poca piedra; los Enanos podían tallar madera con destreza si era necesario, y llenaron la casa de extrañas esculturas e instrumentos musicales. A pesar de todo la casa estaba descuidaba porque los enanos partían a menudo lejos de ella buscando la mina, y el polvo yacía sobre su trabajo.

Ahora bien, había una hechicera que habitaba en una alta torre en Eryn Morn, y demandaba el gobierno de toda la región. Se había casado con el señor de la zona, un Nombre noble de la gente de la que el pueblo de Bëor también descendía, y él había regresado de la Oscuridad, y no conocía la verdad como ha sido mostrada en el Oeste. Pero él había muerto (algunos dicen que lo envenenó), y la hechicera acumularon en sus manos el gobierno de su pueblo.

Esta hechicera era en realidad el mago Alatar, que había sido enviado desde Aman por los Valar. Pero Alatar se apartó de su encomienda, en parte por amor a su amigo Pallando. Como Alatar era uno de los Ainur cuya naturaleza no se puede definir masculina o femenina sinó como parte de ambas, las posibles formas que podía adoptar eran de hombre o de mujer. Ciertamente el nombre Alatar fue derivado de Alatariel, princesa de los Noldor, ya que él envidiaba su gran hermosura. En la Tierra Media tomó una forma progresivamente femenina, y languideció por Pallando, que había venido con él por amor, pero Pallando no lo correspondía. Y aunque Alatar tomó una forma joven y bella, con trabajada vestimenta, y enjoyadas alhajas, y notable hermosura, Pallando despreció su amor, diciendo '¡Perdeos, pervertido!'. A causa de esto Alatar se excedió en sus derroches, y su corazón se tornó a la Sombra.

Eran los días del dominio de Alatar cuando los Enanos llegaron a Eryn Morn, sin que ella lo supiese. A causa de ella el bosque se hallaba deshabitado salvo por las criaturas bosqueñas (que aún eran abundantes, y estaban domesticadas). Y todavía reinaba vanidosa y cruelmente cuando los enanos encontraron la mina. Porque la mina existía, y la encontraron, y los Enanos se regocijaron, y bailaron, y la felicidad se hizo en su casa en el bosque. De ahí en adelante gastaron sus días en recolectar gemas, de todos los colores, de gran tamaño y expuestas, así que el más mero golpe podría liberarlas. Los Enanos cantaban mientras trabajaban, a causa de la felicidad que poseían, y cantaban mientras regresaban, y cantaban a la mañana; por todas esas horas en vigilia que gastaron en la mina abandonaron el cuidado de la casa, ahora polvorienta y abandonada. Y así fue como la encontró Lossiel.

Alatar, que se llamaba a si misma simplemente Ala, que significa Guirnalda, había tenido una hija con su infeliz marido. Era extremadamente hermosa, su pelo negro como los cuervos pero con la claridaz de sus ojos grises y su suave piel, por ello podría haber sido una doncella de los Noldor, y ella se llamaba Lossiel. A medida que crecía iba creciendo también en belleza, y por ello Ala la odiaba, y temía a su propia sangre. No obstante esperó un poco de tiempo, tratando a Lossiel malvadamente, hasta que Lossiel cumplió su decimosexto año. Pero Ala poseía mucha sabiduría en cuestión de reflejos y recipientes, y en fuentes calmas y vasos llanos vio muchas cosas, y ganó muchos conocimientos. Creó ella misma un espejo que tenía una alma apresada, y que hablaba con voz, y ella le preguntaba muchas cosas. Especialmente preguntaba en su vanidez si era la más bella de todas las moradoras de la Tierra Media, y el espejo afirmaba, hasta el día en el que Lossiel cumplía los dieciseis años. Ese día el espejo nombró a Lossiel como la más bella, y la furia de Ala ascendió hasta asfixiarla, y gritó, y rompió el espejo, y decidió destruir a la inocente que estimaba como su rival.

Así que hizo llamar a un cazador, y le encomendó la tarea de llevar a Lossiel bosque adentro, y allí quitarle la vida, y traer su corazón como garantía de su muerte. . .

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El manuscrito A termina en este punto, al final de la página. Si tuvo alguna continuación, lo restante se ha perdido en la época en la que el escrito B fue hecho, ya que termina en el mismo lugar. Que B no fue escrito después de 1937 se apoya en la nota escrita a lápiz 'Prestado a Walt 13/2/37'. La identidad de Walt es desconocida, existe una nota aparte encontrada entre los papeles de mi padre, arrancada de una lista de lectura de Oxford en el curso de Trinity de 1939 (en un largo y apresurado garabato) '¡Dejar a Walt sin futuro!' Nada más se puede decir de este asunto actualmente.

Al final de la última página de B, una nota a lápiz hecha a mano y de lectura temerosa y difícil dice: Barash-Umskad Feliz Barash-Izrandu Doc Barash-Ugrik Dormilón Barash-Zinbar Tímido Barash-Grok Gruñón Barash-Chu Estornudón Barash-Duh Tontín

 

 
UAN, IX Edad