La atmósfera
del despacho del Dr. Eleder era realmente tensa en aquella
mañana soleada de comienzos del mes de Nárië. Musitaba por lo bajo,
mientras
se encorvaba sobre ajados y desperdigados papeles.
"Que Manwë me ampare, voy a volverme loco... en cuatro días llegan
las
evaluaciones, tendré toneladas de exámenes para corregir... y aún
tengo que
terminar la revisión del Manual de Ortografía Tengwarin, la ponencia
para
el congreso de Landas de Etten, revisar galeradas de la primera serie
de los
Materiales Didácticos Alto Élficos, y echar un vistazo al cuento breve
que
me ha presentado un alumno... En fin", suspiró audiblemente,
"será mejor
que me ponga de una vez al trabajo, a ver si consigo concentrarme".
Acercó su lámpara noldorin a la mesa, suspiró de nuevo, y comenzó
a escribir.
Pasados un par de minutos, su rostro adquirió el típico semblante
que
denotaba una intensa concentración; parecía haber cogido por fin el
hilo de
lo que prometía ser una fructífera jornada.
Cuando de pronto, un conjunto de sonidos estridentes llegó desde el
Campus
y penetró inmisericorde por su ventana. El Dr. Eleder se crispó, apretando
fuertemente su pluma y poniéndose súbitamente en pie. "¡¿¡Qué
Balrogs
pasa!?!"
Su concentración había quedado totalmente rota, mientras ese estruendo
se
acercaba por momentos. Viendo que le iba a ser totalmente imposible
continuar
trabajando, se desplomó en su silla, hundiendo la cara entre los brazos,
y así pudo comenzar a descifrar la causa del barullo: en efecto, eran
los
hobbits de la Tuna Númenóreana.
"Llega la Tuna galana
Númenóreana
desde Hyarrostar.
A las hobbitas y humanas
romances y nanas
les quiere cantar.
Y allí en el campus
el señor Retuerce
su clase de siempre
no la puede dar
porque las mozas se le han distraído
y todos los mozos con ellas se van"
"Y es verdad", pensó para sus adentros el Dr. Eleder, "cuando
esos medianos
salen de ronda, la mitad del alumnado femenino corre detrás de ellos...
¿Qué es lo que les darán?" "Aunque es verdad que la otra
mitad corre
delante de ellos, intentando escapar", concluyó.
"Si ves la Tuna Númenóreana
vete con ella,
bella mediana;
pasa de apuntes de quenya y de historia,
manda a Helcaraxe al profesor"
"Bonita publicidad, estando a cuatro días de las evaluaciones..."
pensó,
ligeramente cabreado.
"Si ves a la Tuna pasar
vete con ella,
bella mediana;
si ves a la Tuna pasar,
tendrás fiesta en Hyarrostar"
"Orcas, nazgûlas y enanas..."
"¿¡¿¡¿NAZGULAS?!?!?", se sobresaltó enfurecido; "¿¿Además
de fustigarnos con
sus cantos, encima se dedican a difundir información subversiva sobre
seres
inexistentes??"
"no aguantan las ganas
de unirse al tropel"
"Tropel... No me gusta el sonido de esa palabra", pensó,
levantándose de
la silla y acercándose a la ventana; en efecto, había como doscientos
hobbits y hobbitas siguiendo a los veintitantos tunos por los soleados
paseos del Campus.
"elfas noldor y silvanas
con madres y hermanas
aplauden tras él.
Mientras agita tristemente en vano
su chasca en la mano
nuestro profesor;
no queda en clase ni un solo mediano,
en todos los campus sobre Númenor.
Si ves la Tuna Númenóreana..."
Y en ese momento, el Dr. Eleder no pudo aguantarlo más, y cogiendo
un
retoño de simbelmyne que malvivía en su cornisa, lo arrojó con todas
sus
fuerzas sobre el líder del grupo, un esbelto hobbit de metro diez,
a
quien acertó en la cabeza. El mediano se desplomó en el suelo, mientras
el resto se detuvo, y comenzó a otear las ventanas mientras proferían
indignadas amenazas. Algunas de las hobbitas comenzaron a soltar gritos
histéricos, mientras un nutrido grupo de estudiantes, que se habían
mantenido
algo alejados, prorrumpía espontaneamente en aplausos.
"Lástima de maceta", se lamentó el Dr., y volvió a su mesa
a intentar
aprovechar algo de tiempo antes de la comida.