Sador ascendía, cansado y sudoroso, por las escaleras que comunicaban el Auditorio del Edificio Maglor con la Sala de Máquinas, pequeño y oscuro local desde el que se controlaban los viales galaédricos que tantos espectáculos de la TeleUAN habían adornado. Pero no era esta vez la emoción mediática ni la preocupación organizativa lo que le hacía recorrer los 32 tramos de escaleras por los que se accedía a este pequeño habitáculo; simplemente, se trataba del último lugar que le quedaba por recorrer en su incesante búsqueda.
Los escalones terminaron por fin, y Sador se encontró frente a la pequeña puerta. Parecía cerrada, y el desánimo estuvo a punto de cundir en él; hasta que de pronto comenzó a percibir un murmullo que provenía del interior; era obvio que había alguien dentro... y, dadas las circunstancias, sólo podía ser una persona.
-¡¡Doctor Eleder!! -dijo, aporreando la puerta- ¡Salga de ahí, por favor, doctor Eleder! ¡Salga deeee, ops! -y la puerta (que, obviamente, se abría hacia adentro), cedió por fin a los empujes del semielfo, arrojándole al interior del recinto. Y, tendido en el suelo, sólo pudo elevar su cabeza...para contemplar una escena que le llenó de espanto: el famoso catedráticoEleder subido sobre una mesa, con un extraño traje negro con una especie de faldones y un enigmático lazo ciñiéndole la garganta, sostenía un libro en su mano, y miraba a Sador con ojos de marcado reproche.
-Eh... Doc... ¿qué es lo que...? -pudo balbucear Sador, para ver como Eleder retiraba su vista de él y cerraba los ojos, comenzando a proferir entre dientes la siguiente frase: "Pase, pase, señor; esperamos que su estancia entre nosotros sea de su agrado... el ascensor está a la derecha".
Sador se fue poniendo poco a poco en pie, y continuó mirando a su profesor, volviendo a decirle: -Doc... señor Eleder... por favor, ¿qué le ocurre? -pero Eleder seguía con los ojos cerrados; y pronunció esta vez: "lo siento, el servicio sólo puede ser utilizado por los clientes o el personal, ¿por qué no prueba en el cordelcafé de la esquina?".
Y por fin, no pudiendo soportar la situación, el semielfo pegó un salto y exhaló un potentísimo grito, que hizo retemblar todos los cristales insonorizados de la Sala de Máquinas; y esa reacción por fin tuvo efecto, puesto que Eleder abrió los ojos, y, dirigiéndose a su alumno, le recriminó:
-Señor Sador, por favor, ¿no ve que estoy ocupado? ¿Puede hacer el favor de dejarme en paz?
-Eh... pero, doctor Eleder... ¿¿qué es lo que está usted haciendo??
-Es obvio, no? -contestó Eleder- Estudiar para las oposiciones a Portero, que la Corporación Microft va a sacar dentro de unos meses.
La cara de Sador dejaba clara su desolación. -Pero... señor Eleder... ¿¿¿No va a decir usted que va a admitir su derrota en el Reto, y que va a dimitir de su cátedra???
-¡Señor Sador! -le espetó- ¡¡¡Soy el Doctor Eleder, leal miembro de la UAN, Martillo de Ignorantes y Adalid de la Verdad; y como tal, debo respetar mi palabra dada; y si he sido vencido, he sido vencido!!! De manera que, por favor, déjeme en paz; espero poder al menos ganarme la vida honradamente trabajando como portero en alguna de las sedes de esa Institución...
-Peeerooooooo -y el intento de Sador fue cortado de raíz por Eleder, que volvió a concentrarse y a musitar: "Por favor, permítame su abrigo; ¿o desea llevarlo usted mismo al guardarropía? No, por favor, no admitimos propinas, métala en esa hucha que dice 'Microft por Terroneras', los hobbits pobres se lo agradecerán".
-¡¡Pero señor Eleder!! -el semihobbit comenzaba a desesperar- ¡No puede usted permitir eso! ¡Sabe perfectamente que no le vencieron en buena lid! ¡Prácticamente no pudieron descifrar NADA del reto en quenya que usted les lanzó! ¡Fue un absoluto desastre por su parte! -pero Eleder, los ojos en blanco, musitaba "Por favor, señor, aquí no se admiten semiorcos... no es nada personal, es sólo política de la empresa... Mmm, ¿ve usted ese letrero que pone "Llamamos a los BalrogBed..."? Bien... sabía que lo entendería...".
-Pero... ¡si su primera línea fue totalmente absurda! -comenzó a argumentar Sador- ¡No consiguieron entender que "picambollo" estaba formado por la raíz "pic-", que aparece entre otros en "Picanaucor", otra forma de "pityanaucor", traducido como "enanos mezquinos", y que tiene el valor simplemente de "pequeño", por lo que "pic-ambo-llo" era, en perfecto quenya, "desde la pequeña colina"!
-"Lo siento, señorita, pero cerramos a las ocho... emm... además, el Cabaret Telerin es en el siguiente portal..." -fue la única respuesta de Eleder, concentrado aún en sus apuntes.
-Peroooo... ¡si ni siquiera supieron que "ullelyar" no era más que el compuesto "un-", "hacia abajo", y "lelya", "ir", en la función de "descender", con la asimilación N+L=LL! ¡Y les costó muchísimo entender que "inyo" es la forma quenya moderno de "indyo", "descendiente", igual que "quenya" es la de "quendya"! ¡¡Y ni siquiera supieron que "ninwe", además de "azul", quiere decir "triste"!!
-"Claro, señor, por supuesto, señor, no hay ninguna duda, señor, lo que usted diga, señor, en absoluto, señor, con total celeridad, señor... emm...¿cuánto azucar le echo?"
-Señor Eleder... no puede usted dimitir... ¡Mire la segunda línea! ¡Tradujeron "Tevindo" por "odiado", lo que sería "Tevina", en vez de "Odiador", como era su traducción real! ¡Y no entendieron que "hónetie" era un compuesto de "hó-", "hacia afuera", y el verbo "net-", "tomar", esto es "arrebatar", y "mírene" como "el conjunto de joyas", por lo que era "el Odiador se había llevado las joyas"!
-"¿Departamento de Reclamaciones? ¡Por supuesto, señor! Tome esa escalera, baje hasta el sótano vigésimo, atraviese el pasillo, y abra la puerta de los barrotes; los formularios están en la caja con una abertura en forma de grill... oh, pero se va ya? Bien, como prefiera..."
-¡Por favor, Catedrático! ¡Fíjese que los feanorianos ni siquiera supieron descubrir que "hanie" no era más que el verbo "hanya", "entender", por lo que la frase empezaba con "no podían entender"! ¡Ni que el compuesto de "ú-", prefijo negativo, y "almie", "fortuna", era, precisamente, "desgracia"!
-"¡No, señor! ¡Los servicios están, como todo el mundo sabe, al fondo a la derecha! ¡Eso es la sala de palanvigilancia!"
-¡Si ni siquiera entendieron que, por la formación de palabras del quenya,"Calaran" significa "el Rey de la Luz"! ¡Ni que el verbo "nauta" se usa por "creer", y que "nauta ná" quiere decir "cree que es"; ni que el orden correcto sería "cree que esta última muerte es cruel"! ¡No acertaron nada!
-"Tranquilos, señores, no se pongan nerviosos; las luces volverán en un momento; el ruido que han oído NO es de ningún atentado, y... emm... y lo que se escucha ahora NO es ningún tiroteo, todo está bajo control, no corren ustedes ningún peligro, y además esos despreciables terroristas no conseguirán doblegar la tenaz resistencia democrática de la Corp.... emm... perdón, quise decir "ex-terroristas"; bien, ahora que han vuelto las luces, sigan con sus asuntos, señores..."
-Eeeehhh... yyyy... y ni siquiera supieron que "tanome" era "entonces", igual que "sinome" es "ahora"!! ¡¡¡e incluso les costó muchísimo adivinar que "Ingoldo" no es más que una personificación de "gnoldo", igual que "Indis" lo es de "ndis", que dio "nís", "mujer"!!! Señor Eleder... -y la voz de Sador adquirió un tono suplicante- Ya sé que usted no me va a hacer el más mínimo caso... pero le digo: ¡¡Por favor!! Tiene usted que acompañarme, venir al Salón de Actos, presentarse ante esos feas, y decirles "Su Reto es inválido, pueden marcharse ya de aquí". ¡¡¡Tiene que hacerlo, señor Eleder... es preciso!!!
De pronto, Eleder abrió los ojos; lentamente, se despojó de su traje negro y lo depositó en un perchero; bajó de la mesa, y se colocó frente a Sador; le miró a los ojos, y suavemente le dijo:
-Sador... Alumno mío... Tiene usted toda la razón.
La cara de Sador cobró entonces una nueva esperanza... y, acercándose un poco más a su profesor, le preguntó temblorosamente:
-¿...Sí? ¿¿¿En lo de que va a acompañarme y decirles a los feas lo que se merecen??? ¿¿¿De verdad???
-No -respondió secamente Eleder-; en lo de que no iba a hacerle el más mínimo caso. -Y, tomando el pomo de la puerta, la atravesó rápidamente y comenzó a bajar las escaleras a paso acelerado, mientras Sador le seguía a trompicones.
-Pero... pero señor Eleder, no corra... espere... ¡¿a dónde va?!
-Al Salón de Actos -respondió firme-. A presentarme ante las Juventudes Feanorianas, y presentar allí mi Cátedra ante Cambragol.
-Perooooooooo, noooooAAAAYYYYY -comenzó Sador, siendo interrumpido por un escalón que se elevó repentinamente en el aire hasta la altura del incisivo premolar del semielfo, que quedó tendido en las escaleras cuan largo era, pensando que ya no podía hacer más... que el destino estaba sentenciado... y que sólo quedaba esperar; y musitó entre dientes la famosa expresión altoélfica "Valar valuvar", "que ordenen los Valar" (aunque sonó en realidad más bien como "Falaf falufaf"), mientras Eleder continuaba en direción al Salón de Actos.